martes, 26 de mayo de 2015

GOOD BYE



Llego un día -un día cualquiera- a mi casa. La vieja casa que construyeron mis abuelos en Cruz Blanca. La ví y recibí en la sala. Apenas vernos me urgió atender un encargo. Entonces salí a la calle. Sentada en la sala en mi ausencia -pues salí en busca de pastillas que me encareció conseguir- intentó matarse. Pero lo único que logro, literalmente, es cagarse.
Meada y oliendo a mierda, con el pelo rociado por redondas miniaturas (que parecían lentejas verdes pero en realidad eran veneno para exterminar roedores) alcanzamos ingresarla aun con vida al área de emergencia del hospital regional de Huacho.
Cuando escuché mi nombre para ingresar a la sala, completamente desnuda y totalmente inerme, tendida en la sala de riesgo extremo yacía inconsciente  mientras el joven médico mortificado y desconcertado no sabia si darse por vencido antes de esperar el efecto del antídoto.
"Esta mal. No sabemos que pueda pasar". Al salir de la sala sentí pavor. Un adormecimiento repentino que anulo toda esperanza. Un eclipse emotivo.
Solo al llegar la noche, en el silencio del amanecer, vino a mi memoria la imagen nítida y clara de la vulva oscura y cubierta del pubis que solo la inminencia de la muerte me pudo mostrar.
Dotada de una breve cintura el contraste con sus caderas por donde fuera que anduviera causaba revuelo. Pues, muy a su pesar, nació para perturbar. Y por eso también perturbado la recuerdo.
ó
ó
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