jueves, 2 de febrero de 2012

NUNU


“¡Tienes un minuto para hacerlo!” Imperativa y piadosa, tensando el dedo índice, tal si fuera uno de los alumnos de la escuela especial -que consumía sus diarias fatigas- muy seriamente, era esa la orden puntual que señalaba la breve porción del paraíso que, de vez en cuando, me permitía alcanzar. Sucedía entonces, ¡oh maravilla!, que luego del soltar el botón aparecía el botín: sus blancos glúteos desnudos. Enseguida, en un instante, deslizaba el pantalón -jamás faldas- que en el día la cubría: era entonces ese preciso epidérmico minuto el único que volvía innecesario su uso y vibrante su repliegue. En tanto, los héroes, impertérritos y gloriosos, nos miraban desde sus retratos.


II

"¿Puedo hablar un momento contigo?" "Claro, ¿qué se te ofrece?". Con los ojos llameantes y la soberbia estupidez de quienes (como decía Cesare Pavese) son un peligro contra el saber -precisamente por saber algo- habla de estupideces y babosadas. Incluso me enrostra ser autor de este texto. Al verla y oírla, me dan ganas de decirle, a pesar del tiempo transcurrido, que nada detesto tanto como verla y oírla. Siento piedad y repulsión. Me dice que no quiere saber nada de mi. Solo eso le respondo: "Lo mismo quiero yo".

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